Ayer por la mañana fue bastante difícil para mí y para Rodrigo, ya que luego de un control ecográfico se verificó que puede que sea necesario que Juan Pablito ya tenga que nacer en la semana 35, aproximadamente dos semanas después de nuestra llegada -si Dios quiere- a Boston, debido a que tengo un problema con la placenta. Lo ideal sería que nuestro bebé nazca a término, debido a que es bueno que nazca con un buen peso para ser sometido a la cirugía. La próxima semana me haré un nuevo control y el 20 de agosto ya tengo fijada la cita para la primer consulta -si Dios quiere- en la maternidad en Boston, donde se programará definitivamente la fecha de la cesárea.

Sin embargo en este camino en el que llevamos juntos de la mano de Dios y con el apoyo de tanta gente a quién agrademos muchísimo, luego de estas caídas, lo más importante es levantarse y saber que en la panza está un milagrito que sigue luchando por vivir y por el cuál no vamos a bajar los brazos. Siempre con el lema de que haremos lo humanamente posible por nuestro querido Juan Pablito, pero que en manos de Dios está su vida.

En esta semana de la esperanza, Rodrigo y yo nos unimos a esa espera con la fe en que Dios sabe cuál es el camino que tiene que seguir Juan Pablito. Por eso seguiremos luchando cada segundo del día para lograr la meta anhelada de llevar a nuestro hijo a Boston. La agencia de viajes (Kosta Viajes y Ami Tour) -a los cuales agradecemos infinitamente por la donación de los pasajes- ya nos confirmó que la fecha del viaje es el domingo 17 de agosto. Nuevamente volveré a utilizar la palabra ¡gracias!, para agradecer primeramente a Dios por la fortaleza que nos trasmite y a la familia, los amigos y tanta gente que nos apoya a diario. Gracias en especial a mi madre que me acompañó todo el día. ¡Gracias mamá, te quiero mucho! Y a nuestro querido Juan Pablito, cada día te amamos más!!!!!!!!