Este escrito había quedado en deuda para mí y ahora que estamos de nuevo en casa quiero compartir con los amigos y amigas. Luego de que nos informaron que Juanpi padecía de la Trisomía 13, tuvimos una reunión médica con las genetistas del Hospital de Niños. Fue el momento más duro de mi vida. Era escuchar que mi hijo no tenía posibilidades de vivir, o como dicen en la mayoría de los escritos sobre esta trisomía, que era “incompatible con la vida”.

Mientras escuchaba a las genetistas explicar sus fundamentos, en mi mente hablaba con Juan Pablo diciéndole que aún lo amaba más y que no existía barrera ni incompatibilidad que me separara de él. Ni bien salimos de la reunión fuimos con Rodrigo directo a besar a nuestro amado hijo, conscientes de su realidad, pero por sobre todo amando su humanidad.

Porque es cierto, estos pequeños angelitos viven “poco” en esta tierra, pero ese tiempo no se puede cuantificar en segundos ni horas sino por la enseñanza y el amor que transmiten, que en toda nuestra vida pudimos experimentar. Rodrigo y yo no somos los mismos después de Juan Pablo. Este principito está tan presente en nosotros cada instante mostrándonos los milagros que existen en cada una de las cosas.

“Tenemos melancolía de Juanpi, pero no estamos tristes, uno no se pone triste si recibió un regalo”, dice Rodrigo. Su frase no puede ser mejor. Eso es lo que significa para nosotros Juan Pablo Ernesto. Es el mejor regalo que podíamos haber recibido. Y aún con la melancolía que significa extrañarle muchísimo, podemos decir que su enseñanza no solo es compatible con esta vida, sino que es la vida misma, es la verdadera vida, la vida compatible con el amor.

Le pedimos a Dios, ser dignos de esta enseñanza. Que luego de esta hermosa visita, podamos ser conscientes de que la vida es un don, que es un regalo que debemos apreciar cada segundo. Y al valorar la vida, que perdamos el miedo a la muerte, eso también nos enseñó Juan Pablo, que la muerte es parte de la vida, y que hay que amarla y respetarla. ¿Muerte dónde está tu victoria? decía San Pablo. La victoria es la esperanza.