Una de las cosas que aprendí tras la huella de Juan Pablito, es a abrir mis ojos a las necesidades de los demás y a conectarme con ellos, no solo para aliviar sus heridas según mi perspectiva sino que abriendo mi corazón para apoyar sin condiciones. Pero con las ganas de ayudar que se me triplicaron, olvidé aprender una lección, abrir mi corazón hacia mí. Esta lección es clave para que la empatía sea completa. Fue así como comencé una nueva página en esta historia de la casita del principito.
Desde que se lanzó la Fundación Juan Pablito en mayo del año pasado, pasaron muchas cosas. Sin contar que para que la Fundación sea una realidad pasamos por varios meses de papeleos, investigación e inversión. A partir del lanzamiento realizamos varios eventos, donde se destaca la venida del Dr. Jorge Neira de la Universidad Católica de Chile y su charla tan esperanzadora sobre los cuidados paliativos perinatales y neonatales. También el desarrollo del evento en el marco del día internacional del nacimiento prematuro. Ni hablar de la experiencia de un año de apoyo psico-social en el área de neonatología del Centro Materno Infantil (CMI) de San Lorenzo (hermosa tarea de Letty Brown y Norma Domínguez, así como de Caro Ibarrola), las charlas de auto-ayuda para padres de bebés fallecidos (con el profesional voluntario Óscar Sapena), la atención individual de la voluntaria Blanca Velázquez, así como el apoyo a varias familias de bebés con diagnósticos fatales, y cómo no mencionar las llamadas telefónicas y correos electrónicos de personas que tan solo necesitaban una voz o un abrazo de contención.
Realizamos varios eventos también de recaudación, como la venta de calcomanías y tarjetas de navidad, así como la Maratón Solidaria de Spinning en MK y el evento Mujeres de mi Tierra, entre otras cosas. Fue maravilloso sobre todo contar con el apoyo de voluntarias que siempre (siempre, siempre!) estuvieron presentes, Lidia Gana, Laura Morel y Jany Jara, a las que agradezco muchísimo.
Sin embargo, llegó un momento en el que les confieso, me sentí abrumada y un tanto pesimista. ¿No tenías siempre la sonrisa constante? Todavía no había aprendido la lección que protagoniza esta historia. Es que en mis constantes ganas de ayudar me había sobrepasado. Invertí parte mi sueldo durante varios meses en pagar sueldos de la Fundación porque quería que los proyectos no se estancaran. A veces no dormía pensando en cómo cooperar con las familias que me pedían ayuda, y me desesperaba al saber que la necesidad crecía en lo concerniente al apoyo de mamás y papás en situaciones difíciles.
Un día simplemente dije que esto no podía seguir así y comencé a pensar cuál era mi error. Fue así como descubrí que mientras que yo me convertía en la respuesta a muchas mamás, y flias enteras para que su dolor fuera menos, o a dar esperanza a mucha gente, me había olvidado de algo muy importante, que uno de los puntos fundamentales a la hora de ayudar al otro, es dejarse ayudar. Y les juro que no sabía cómo, pero pedí inspiración a mi Juan Pi y no tardó en llegar. Me tocaba aprender la solidaridad mirando hacia mí.
Fue así como primeramente escribí a los profesionales de la Fundación así como a los voluntarios de la forma más honesta posible sobre la situación presente. Respiré profundo después de quitarme un gran peso encima y así iniciamos un nuevo reto en la Fundación Juan Pablito. Que la mami de Juan Pablito pudiera dejarse ayudar… Fue una señal que llegó directamente de una nube…
La respuesta no se hizo esperar. Como por arte de magia – y es que la realidad es mágica, más aún si te conectas con la misma – comenzaron a abrirse los nudos. Los voluntarios participaron más, se realizó el spot de concientización que se lanzará el 19 de octubre, se concretó el nuevo programa “Caminando Juntos” ya desde el local propio de la Fundación Juan Pablito, Bancard aprobó que se pudieran hacer débitos (aportes) que se realizarán desde el mes de octubre, se desarrolló el evento Béisbol Oñondivepa que parecía tan lejano pero hoy ya es un recuerdo inolvidable. Sin contar con los próximos eventos: Charla de Atención en la Muerte Perinatal y Neonatal + Mensajes de Luz y la 2da. Edición del día internacional del nacimiento prematuro y la venta de tarjetas de Navidad. Bueno, aquí nuevamente ya estoy pensando en grande porque todavía quedan muchas cosas por hacer.
Pero esta lección no solo la puse en práctica en la Fundación Juan Pablito sino en mi vida misma. Aprendí que está bien escuchar al otro, pero también es bueno dejarse escuchar. Aprendí que está bien hacer cosas por el semejante pero también es bueno hacer saber que una necesita ayuda para poder seguir ayudando. Aprendí que está bien abrazar sin condiciones pero también es bueno dejarse abrazar. Agradezco mucho a mi amiga Helen Rivarola por ayudarme a redescubrirme!
Es por esto que también les digo que emprender una obra así necesita del de apoyo de todos. Necesitamos que todos caminemos juntos. A mí me encanta que feliciten a la Fundación Juan Pablito por los logros y avances, pero más me gusta que se unan a nosotros en el trabajo, en este trabajo donde “lo esencial es invisible a los ojos”, y donde se dejan huellas eternas en situaciones extremas como la muerte de un hijo. Les puedo asegurar que no hay nada más bello que trabajar en equipo. Y sobre todo no hay nada más bello que ayudar a los demás, ayudándose a uno mismo. Les digo con una mano en el corazón: necesitamos de tu ayuda. Las realidades que no nos gustan solo podrán ser cambiadas cuando podamos aportar juntos soluciones positivas.
Ya sabía que este principito cambiaría mi vida. Y es que no solo me enseñó a mirar al otro y ayudarlo sin condiciones. Me enseñó también a amarme a mí misma sin condiciones.
¿Qué lecciones más nos enseñará este principito? Lo más importante es estar atentos a las señales. Gracias, gracias, gracias!!!