Luego de días tan pero tan intensos, esta mañana me tocaba una cita muy especial: mi última consulta ecográfica en Paraguay, antes – si Dios quiere – del viaje del 17 de agosto rumbo a Boston para que Juan Pablo pueda nacer y operarse allí. Tras el último control de la semana pasada en el que se pudo verificar nuevamente el problema en la placenta (presión elevada de las arterias uterinas) llegamos con mi marido con mucha preocupación al consultorio, esperando con ansiedad verlo a juan Pablito en la ecografía para verificar que estaba bien.

Gracias a Dios, todo se mantiene como la semana pasada, aunque hay que mantener los controles semanales ya que hay posibilidad de que la cesárea sea antes de tiempo. Como había comentado anteriormente, la primera consulta en la maternidad de Boston si Dios quiere será el miércoles 20 de agosto, en dónde tendremos un panorama más claro de cuándo sería la cesárea. Les pido nuevamente sus oraciones amigos y amigas, y que sea lo mejor para Juan Pablito en la semana que se decida su nacimiento. Mientras tanto estoy tratando de mantenerme lo más tranquila posible, reposando y sobre todo rezando para que nuestro amado hijo pueda retornar sanito a Asunción.

Ya habrán observado que luego del fin de semana inolvidable, como titulé en la entrada anterior, el conteo general aumentó muchísimo, y como siempre les digo, no me resta más que decir gracias, el gracias siempre pero siempre va a estar!!!!!! Es gracias a la gente que hoy estamos cada vez más cerca de la meta inicial, gracias a todos, a los que aportaron en las alcancías, a los que participaron de las rifas y las actividades, a los que sumaron su grano de arena en las cuentas de los bancos y a los que se acercaron a nosotros para brindarnos sus donaciones. Es realmente impresionante como cada aporte se multiplicó creando esta gran cadena de solidaridad.

Esta tarde un medio de comunicación (Red Guaraní) me realizó una entrevista en la cuál me pidieron un mensaje para todas las mamás y para los niños ya que se acerca el día del niño. Lo primero que me vino a la mente es decirles tanto a las mamás como a los papás que viven en una situación parecida a la nuestra, en la lucha por brindarle lo humanamente posible a los hijos, que primeramente asuman su humanidad, que obviamente este camino tiene muchos golpes y caídas, pero justamente es en esta humanidad que uno se fortalece con la ayuda de Dios, la familia y los amigos. Y a los niños, sobre todo a los niños cardiópatas que les admiro por su lucha y entrega. Muchos de ellos hoy están con nosotros y otros son nuestros angelitos guardianes, pero sin duda ese esfuerzo y esas ganas de vivir, son el punto de partida para seguir luchando, porque La Esperanza no se apague nunca.